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jueves, 20 de marzo de 2014

Monte dos Castelinhos

                   


Exposición “Monte dos Castelinhos (Castanheira do Ribatejo). Vila Franca de Xira y la Conquista Romana del Valle del Tajo”
Museo Nacional de Arqueología, Lisboa

La relevancia científica y patrimonial de los resultados de las escavaciones desarrolladas por el Museo Municipal de Vila Franca de Xira, desde 2008, en la estación arqueológica del Monte dos Castelinhos (Quinta de la Marquesa – Castanheira do Ribatejo), ocuparon lugar destacado en los anales de la arqueología, tanto a nivel nacional como internacional. Ante esta nueva página de la Historia, que se comienza a diseñar, el Museo Nacional de Arqueología (MNA) invitó a la Cámara de Vila Franca de Xira a organizar una exposición en torno a la temática del Monte dos Castelinhos y el proceso de conquista romana en el Valle del Tajo. La muestra pudo ser visitada a partir de 17 de mayo, en el MNA, en la plaza del Imperio, en Belén (Lisboa). Esta iniciativa busca presentar al público la relevancia científica, patrimonial y turística de esta invulgar estación arqueológica, cuyo origen remonta al siglo I a.C.



Mis domingos

Los domingos después de comer me pongo el chándal burdeos y verde y los tenis azules, Fernanda se pone el chándal burdeos y verde y los zapatos de tacón alto de la boda, me subo la cremallera hasta el cuello y me acomodo la cadena de oro con la medalla por fuera, Fernanda se sube la cremallera hasta el cuello y se acomoda las dos cadenas de oro con la medalla y el collar de la madrina por fuera, sacamos a Roberto Carlos de la cuna, le ponemos el lazo de satén blanco en la cabeza, salimos de Alverca, recogemos a mis suegros en Santa Iria de Azóia y pasamos el domingo en el Centro Comercial.
Fernanda se sienta atrás en el Seat Ibiza, con el niño y doña Cinda, el señor Borges ocupa el lugar a mi lado, con el Record bajo el brazo, traje completo, corbata de flores plateadas y sombrero tirolés, me ayuda en el aparcamiento de Amoreiras a sacar el cochecito del maletero y todos los automóviles del parking son Seat Ibiza, todos tienen mantas alentejanas en los asientos, todos presentan un adhesivo en el cristal que dice No me siga que ando perdido, todos poseen una ruedecilla Vida Corta en el guardabarros derecho y una ruedecilla Vida Larga en el guardabarros izquierdo, de todos los espejos retrovisores cuelga el mismo muñeco de peluche, todos exhiben junto a la matrícula con el círculo de estrellitas de Europa la misma muchacha de Stetson y pelo largo, todos han traído el Record, los suegros y el hijo, todos deben vivir en Alverca y todos circulan la tarde entera por el Centro de manera idéntica a la nuestra: delante Fernanda y doña Cinda, con zorro de acrílico, cojeando por causa de un uñero, empujando a Roberto Carlos que patalea, berreando como un descosido, con el chupete colgado de la nuca con una cadena, y el señor Borges y yo veinte metros atrás, preocupados por la marcha del Olivais y del Moscavide, que perdió en Alhandra a pesar de haberle comprado un delantero caboverdiano al Arrentela y que en vez de jugar a la pelota pasa las noches picoteando altramuces en la cervecería, con un pendiente en la oreja, en medio de sus amigos negros, con la mesa cubierta de jarras vacías.
Como Fernanda y doña Cinda paran frente a todos los escaparates de muebles y en todas las tiendas hurgando baratijas y zarandajas, suelo equivocarme y cambiarlas por otra suegra acrílica, otra mujer burdeos y verde y otro niño con lazo, y me sucede pasarme horas en un banco, sin notar la diferencia, con una Fátima y una doña Deta, planificando los plazos de un microondas y de un frigorífico nuevo, continuar hacia Alverca, cenar el pollo de la Casa de Pasto y la botella de Sagres de costumbre, y sólo el martes, cuando estoy a punto de irme hacia la Junta, mi esposa informa, avergonzada, que vive en Loures o en Bobadela, Roberto Carlos se llama Bruno Miguel, y se ha dado cuenta del error hace cinco minutos, porque mi Última Cena es de estaño y la de ella de bronce. Claro que corregimos el error el domingo siguiente, en el que vuelvo a casa con una Celeste y un Marco Paulo en el Seat, al que he añadido
               (¿será mi Seat Ibiza?)
               un nuevo adhesivo que desea Espero no conocerte por accidente.
Esta semana mi mujer se llama Milá, mi hijo Jorge Fernando y estoy pagando un apartamento en Río de Mouro. Como ésta siempre cocina mejor que las otras no hago intentos de volver a Amoreiras. Si a ella le gustan las telenovelas sólo volvemos a salir de aquí dentro de muchos años, cuando el pequeño use un chándal burdeos y verde, yo encuentre en el armario de la habitación un abrigo de zorro acrílico y un sombrero tirolés, y escuche abajo, después de comer, el claxon del Seat Ibiza de mi nuera. Como a esas alturas andaré haciendo dieta con poca sal por causa de la tensión, con un pescado cualquiera a la parrilla me conformo.
(Antonio Lobo Antúnes)

                                   
(Marcapaginasporuntubo dedica esta entrada a Natalia Castells)