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jueves, 14 de abril de 2016

Ullastret - Museu d´Arqueología de Catalunya

(Entrada dedicada a Maite López)



La columna política

Si bien el retorno a nuestra ciudad del doctor Julio Edelmiro Echeverría Posse no pudo ser motivo de sorpresa para nadie, es bue­no lanzar una nueva mirada analítica sobre las declaraciones que pro­dujo a su arribo a Ezeiza, al volver de su corta estadía de vacaciones fuera del país.
Aun considerando que el doctor Etcheverría Posse no es afec­to a las frases rimbombantes o las consideraciones aciduladas, no pue­den pasar desapercibidos, para el oído experto, los intencionados dar­dos que de sus palabras, en apariencia formales, se proyectaron con certera puntería sobre diversos sectores de la realidad nacional.
Pero repasemos el corto diálogo que el doctor Etcheverría Po­sse mantuvo con uno de nuestros colegas de la prensa televisiva y que la pantalla chica registró para el regocijo de algunos y ¿por qué no? agria intemperancia de otros:
Periodista: Buenos días, doctor. ¿Cómo está usted?
Etcheverría Posse: Muy bien. Muy bien.
P.: ¿Cansado?
Etcheverría Posse: Un poco. A pesar de que el vuelo fue exce­lente, usted sabe bien que estos viajes siempre cansan un poco.
P.: ¿Buen tiempo durante su veraneo?
Etcheverría Posse: Excelente. Algo lluvioso al comienzo, pero luego espléndido.
P.: ¿Quisiera efectuar alguna otra declaración?
Etcheverría Posse: No. Nada más. Nada más.
P.: Muy bien. Muchas gracias. Ha sido la palabra del doctor Julio Edelmiro Etcheverría Posse, a su regreso al país.

Para quienes desconocen la compleja esgrima dialéctica del mundo político quizás el inteligente interrogatorio de nuestro colega pudo aparecer como poco proclive a ahondar en el pensamiento vivo de quien se consolida como mentor y figura aglutinante de la bancada opositora.
Sin embargo es sencillo, atisbando bajo los primeros y epidérmicos tejidos de las respuestas del controvertido dirigente nacionalista,  detectar su particular vivisección del panorama sindical y su sempiter­no aguijón urticante con respecto a los mandos oficialistas.
De un primer vistazo a vuelo de pájaro el buen entendedor puede arribar a conclusiones más que contundentes con el solo recurso de apelar a un elemento del que tan bien ha hecho uso siempre­ el notorio caudillo de los movimientos centristas: la omisión. Está a todas vistas claro que el doctor Etcheverría Posse ha eludido elegantemente tocar, ni siquiera tangencialmente, dos temas muy caros a su permanente forcejeo político: el nombramiento de su posible sucesor y el irritante problema de los hidrocarburos.
Precisamente en la omisión de estos temas, el doctor Etcheverría Posse, tácitamente, los dimensiona.
No es en absoluto casual, para un hombre de la astucia táctica de Etcheverría Posse, que haya dejado en el tintero una temática que ha fatigado casi hasta la exasperación durante estos últimos y caldea­dos meses. ¿O es acaso que ya no le preocupa el nombramiento de su posible sucesor? ¿O se trata precisamente de todo lo contrario, que no le mueve un pelo el aparente encumbramiento dentro de su mismo partido de una figura como la del ex diputado sanjuanino (y concejal por los evolucionistas) don Alfonso Urbano Menchaca Gancia? Am­bas incógnitas no pueden persistir por mucho tiempo sin respuestas esclarecedoras. La omisión del tema de los hidrocarburos asoma como más entendible: otra maniobra dilatoria de este desconcertante zorro de nuestra nutrida fauna política.
Pero si bien la referencia por omisión a tales temas aparece notoriamente en la primera lectura del diálogo, una segunda lectura nos muestra otro dato inequívoco que puede hacernos entrever cuál será el rumbo que el hábil consejero del pasado gobierno imprimirá a su movimiento.
«Muy bien. Muy bien», contesta sin vacilar ante la requisitoria sobre su estado actual. Más allá de lo que parece un mero formalismo cultural, es evidente la complacencia del doctor Etcheverría Posse ante la atención prestada a su persona por el periodismo especializado. Se puede leer, entonces, un atisbo de reconciliación del doctor Etcheve­rría Posse con ciertos sectores de la prensa que lo castigaran duramente meses atrás, actitud que corrobora por lo tanto que no sería de extrañar que se confirmase en días venideros la compra por parte del movimiento nacional centrista del complejo editorial Líder, aún en manos de intereses italianos. Podría estallar, entonces, uno de los escándalos mas es­trepitosos de los últimos años. Tal vez por eso se cuidó mucho el doctor Etcheverría Posse de no abundar en palabras de agradecimiento al final de la comprimida pero jugosa entrevista: «Nada más. Nada más» fue­ron las palabras que obraron a modo de finalización del reportaje.
Como si todo esto fuese poco, el meollo mismo de la cuestión palpita, como el ojo de un huracán que puede acarrear malos vientos para la cúpula centrista, en las palabras con que el doctor Etcheverría Posse­ responde a la segunda y vital pregunta de nuestro colega: «¿Cansado?».
«Un poco -ha dicho el dirigente que no tantos años atrás se manifestara agotado por la desidia de la burocracia oficial-. A pesar de que el vuelo fue excelente, usted sabe bien que estos viajes siempre­ cansan un poco».
Por fin, después de tantos años de vueltas concéntricas y pretendidos acuerdos mínimos de «convivencia», el doctor Etcheverría Posse apunta toda la eficacia de su artillería pesada sobre las no poco castigadas espaldas de su antiguo compañero de correrías, don Augus­to Ezequiel Montoya Nimio, quien como es bien sabido detenta uno de los principales cargos en la compañía aérea que trasladó a Etche­verría Posse de regreso al país.
Con la habilidad típica de los que arrojan la piedra y escon­den la mano el veterano estratega político amaga primero con el elogio pleno al considerar su viaje aéreo de excelente y castiga a renglón segui­do haciendo mención al cansancio que pueden generar ciertos vuelos. No es difícil adivinar en sus palabras que la hora del tránsito codo a codo con su antiguo compañero de fórmula se ha agotado y la fatiga ante la inercia de compañeros pretéritos le obliga a realizar un brus­co y, ahora sí, publicitado golpe de timón a su conducción de por sí cautelosa.
Pero si bien con estas declaraciones el doctor Etcheverría Posse reactiva la controversia sobre su posible sucesor, ahonda valientemente en el negociado de los hidrocarburos, denuncia el flagrante escánda­lo en torno al complejo editorial Líder y desarticula con un ágil side-step cualquier maniobra de la «vieja guardia» con la intención de volver a flanquearlo, donde se hacen más detonantes sus palabras y donde se disipan todas las nubes que podrían ensombrecer la certidumbre de una tendencia agresivamente franca en su accionar es en la segunda lec­tura del mismo párrafo donde hace referencia al vuelo. Sería muy inge­nuo suponer que tras su mención al hecho como simple acto traslacio­nal no se oculta una diáfana descarga sobre el tan ríspido y conflictivo caso que salió a la luz días atrás ante la denuncia de dos jóvenes concejales provinciales con referencia al tráfico de drogas con Colombia.
Etcheverría Posse no vacila entonces en patear el tablero has­ta el momento tan prolijamente cuidado por los contendientes, y poner lisa y descarnadamente sobre el tapete un tema que lacera con su sola mención la epidermis de nuestra sociedad.
Sin duda, ha sonado para nuestros hombres públicos el mo­mento de rasgarse las vestiduras y ya nadie podrá decir, cuando alguien íntimamente ligado a la vida política alza la voz en toda su elocuencia para sindicar ante los ojos del mundo a un grupo detentatorio ­del poder público como una banda de narcotraficantes degradados en el consumo de drogas heroicas que en las vísceras mismas de nuestra sociedad no habita aún el anticuerpo que se apreste a protegerla.

Fontanarrosa


De Eduard en homenaje a Glenn Frey