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martes, 20 de septiembre de 2016

Reales Sitios de España









El poder del emperador

El emperador Wu Ti murió en una pequeña parte de su enorme palacio, de tal modo que sólo se enteró Wang Mang, su primer ministro. Mientras, el resto de los cola­boradores y familiares del emperador pasaban el tiempo completamente ocupados en cumplir las órdenes que ha­bían recibido de su majestad.
El ambicioso Wang Mang ocultó el cadáver del sobe­rano y siguió dando órdenes en su nombre. Al cabo de un año el imperio siguió siendo próspero y nadie había no­tado la ausencia de Wu Ti. Hasta que un día Wang Mang mostró al pueblo el esqueleto del emperador y dijo: "Mi­ren. A lo largo de un año el imperio ha funcionado con un muerto en el trono. Yo he sido el que realmente ha gobernado. Por lo tanto, merezco ser el nuevo imperador". El pueblo y los ministros estuvieron de acuerdo. Sentaron a Wang Mang en el trono. Y para que su manda­to fuese tan acertado como el de su antecesor, le dieron muerte.

Anónimo