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jueves, 1 de marzo de 2018

Kyô Maiko



Perfecta
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Una trata. Una pone la carita así, se arregla el pelo para el lado, elige una pollera linda. Una se ríe, se pone la cha­queta, se pinta la boquita. Camina, se muerde una uña y dice algo inteligente. Pero no demasiado, como para que se asuste. Una espera. Se pone una pulsera, un collar, qui­zás un agua de colonia. Le pone dos hielos más al whisky y pone una canción que signifique algo. Se fuma un cigarro haciéndose la interesante. Una se lava los dientes, baila y mira para el lado. Se acomoda el peinado, se calla por un rato y después dice algo bonito. Una trata de corazón. Una trata de parecer perfecta. Una mira, se sonríe y da un beso. Una se saca la ropa, una se entrega, se muerde la boca. Una hace algo que nunca habría hecho por otro. Por nadie. Una sabe que quizás es incorrecto pero a una le gusta verlo sonreír. A una se le dilatan las pupilas cuando lo ve llegar. A una le salta el corazón cuando le dice hola. Una se calla y espera. Una prende la ducha 5 minutos antes, para que cuando se despierte esté calientito. Dobla la toalla. Hace una taza de té. Una le limpia un poco de pasta de diente que le quedó en la comisura de la boca antes de despedir­se. Una se hace la inteligente, la bacancita, la súper buena onda. Pero una es torpe, y una sabe que lo único que la puede salvar en realidad es el amor que le tengan quién sabe por qué. Porque para una es un misterio que alguien la quiera así. Un misterio tan misterioso que una piensa que podría hasta ser una mentira o un error de aprecia­ción. Y lo único que una puede esperar, y lo único que una pide, es que ese amor sea tan grande y generoso como para perdonar todas las torpezas y todas las estupideces que una hace, y que ojalá le parezcan la cosa más tierna y digna de amor. Que a una le vean algo que ni una misma sabe que tiene. Una cosa que no se pueda tocar. Así como es para una. Una que pone en un altar y le prende una velita a cada palabra y a cada momento que una se alcanza a robar. Como a una le parece adorable lo que para otros es simplemente tonto. Y feo. Y torpe. Pero para una es bello y perfecto tal y como es.
Por eso una trata.
Y una espera.
Que la pieza se vuelva a iluminar.

Fernanda Montesi